De acuerdo con un nuevo reporte del Departamento de Agricultura de EEUU, USDA en la campaña de Argentina tanto limones, naranjas y mandarinas registrarán una caída en sus envíos
Para la campaña 2023-2024, USDA proyectó que la producción de limón fresco caerá un 11%, hasta 1.700.000 toneladas, frente a las 1.907.000 toneladas estimadas por la entidad.
Esta trayectoria negativa puede atribuirse a las peores condiciones climáticas, con temperaturas más altas de lo esperado y durante la temporada de cosecha se produjeron lluvias irregulares y severas, que no sólo han repercutido en el tamaño de los limones, sino que también han dañado numerosos limoneros. Además, el tamaño medio de los frutos fue inferior al originalmente estimado, reduciendo la producción total, sin embargo, los productores esperan un nivel de alta calidad de la fruta.
Durante la actual campaña, la cosecha de limones comenzó aproximadamente 30 días más tarde de la semana de inicio habitual. Un retraso también atribuido a los cambios del clima. A pesar de este retraso, el cambio resultó compensar las expectativas negativas de producción en cuanto a calidad y calibre de la fruta.
Los productores argentinos de limón se han enfrentado a importantes desafíos económicos debido a la persistente sobreproducción en el mercado de cítricos frescos y el estancamiento de la demanda. Esto ha provocado periodos prolongados de precios más bajos en los últimos cinco a siete años, en comparación con la década anterior.
Naranjas y mandarinas: impacto del clima y menor calidad
USDA prevé que la producción argentina de naranjas frescas disminuirá un 44% en la campaña 2023-2024, situándose en 650.000 toneladas con respecto a las últimas estimaciones oficiales. USDA proyectó también que la producción de mandarinas se ubicará en 280.000 toneladas, con un descenso del 30% respecto a la última estimación oficial.
La caída de la producción de ambos cítricos dulces se debe a una combinación de factores, entre ellos unas condiciones meteorológicas peores de lo previsto, como sequía y lluvias inoportunas durante la cosecha. La climatología adversa, agravada por la prolongada sequía que fue más grave de lo previsto, provocó daños en muchas de las plantaciones naranjas y mandarinas.” En consecuencia, el tamaño de la fruta y el rendimiento se vieron afectados negativamente, reduciendo la producción total. Como resultado, los productores están cambiando su enfoque a garantizar la máxima calidad para la menor cantidad de fruta disponible”, detalló USDA.
Fuente: Simfruit